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Queridos cohermanos,

En la inminencia de la fiesta litúrgica de nuestro santo Fundador, Don Luigi Guanella, junto con los deseos de una celebración devota y creativa que cada uno de ustedes vivirá en su comunidad y misión, también quisiera hacerles llegar mi exhortación, que parecería obvia, pero es más urgente que nunca para el tiempo en que vivimos, tiempo de discernimiento, a la luz de la santidad de nuestro Padre Fundador y de llamada a la santidad personal y comunitaria.
La Iglesia desde hace algún tiempo, y el Papa Francisco de manera muy particular, nos impulsa a repensar la santidad de nuestra vida de consagrados a partir de la humanidad:
- abandonando métodos, comportamientos, signos que hoy resultan incomprensibles para las personas con las que compartimos la vida,
- viviendo nuestra presencia en el mundo de los hombres y mujeres de hoy, con características que sepan convertirse en camino comprensible y útil para nuestro tiempo y sean capaces de dar respuestas válidas a la actual búsqueda de sentido que está arraigada en el corazón de la humanidad.
Seguramente muchos se sorprenderán: pero ¿cómo?: ¿ya no es válido el estilo de vida consagrada que han vivido nuestros padres? ¿Y lo que estamos ofreciendo, quizás incluso con dificultad y muchas decepciones, a la gente de hoy, ¿ya no vale? La respuesta, incluso si duele, es “no”.
Ya no es suficiente: hay que adaptar nuestras vivencias a las necesidades del hombre de hoy para que sean una respuesta, una orientación, un camino para su santidad. Ya no basta con la forma en que siempre se ha vivido la misión de la vida consagrada, y no basta con seguir hablando un lenguaje de signos, comportamientos e ideas que hoy la gente ya no comprende. Nosotros también, como otros Institutos religiosos, debemos poder anunciar con nuestra vida que somos, siempre y más que nunca, fieles a Don Guanella, pero no haciendo las mismas cosas y con las mismas modalidades que Don Guanella. El mundo hoy requiere de nosotros otros mensajes y, quizás, la pobreza de respuestas vocacionales que vivimos en nuestras Provincias y que estamos empezando a encontrar también en naciones donde hasta ahora parecía que todo iba bien, podría estar motivado por la incapacidad de parte del hombre de hoy de entender nuestro “lenguaje”.
Solo menciono los resultados de un estudio sobre este tema que la revista “Testimoni” nos ha ofrecido con el título "Nuove prospettive di vita spirituale - Nuevas perspectivas de vida espiritual". Les dejo a ustedes el empeño de leer en comunidad el análisis con referencia a la realidad de la propria Provincia y me limito a dar algún consejo para intentar un diálogo con la gente de hoy. En Italia, con la ley del “Tercer Sector”1 estamos estudiando nuevas formas de gestionar nuestras obras y estructuras. Estoy convencido de que es una ocasión propicia para interpretar mejor la identidad de nuestras comunidades religiosas con esta remodelación de nuestra misión como consagrados. Le pido al Fundador que como regalo en su fiesta nos dé la capacidad de creer en la necesidad de este cambio y de ofrecer nuestra contribución, aún pequeña, para que esto también suceda en nuestra Congregación.

Connotaciones de un nuevo paradigma de santidad:
1). Ir al encuentro de la gente donde ella vive. El Papa Francisco nos ha invitado varias veces a "salir" para "encontrar". “Esto significa que hoy en día resultan atractivas aquellas formas de discipulado que nos llevan a integrarnos más con la gente, para abordar y compartir nuevos temas de vida: la felicidad, la libertad, la vulnerabilidad, la sensibilidad, la ternura, mediante modelos de comunión que asumen las características y los valores humanos y religiosos del territorio en el que estamos ubicados” (M.D. Chenu). A partir de este compartir, la Vida Religiosa tiene la oportunidad de actualizar su papel indispensable dentro del pueblo de Dios.

2). Hacer de la espiritualidad un laboratorio de verdadera humanidad.
Son formas de vida espiritual las que, a partir del Evangelio, llevan a las personas a vivir un estilo de vida por el cual creer no es empobrecer nuestra humanidad y disminuir en vitalidad, belleza, espontaneidad, sino hacer estallar éstas en plenitud.

3). Tener la capacidad de despertar una actitud de asombro y de maravilla, como fue la primera comunidad de Jerusalén. Debemos ser capaces de ayudar a la gente a superar la idea de que las virtudes vitales son el ponerse a un lado, la sumisión, el ascetismo del dolor, el desprecio por los bienes, el miedo al amor o la rigidez legalista. No se trata de destruir los valores sobre los que hemos crecido en nuestra formación, sino de hacerlos aceptables a través de un estilo de vida sereno, que infunde asombro, maravilla, interés y aleja el miedo y el sentido de incapacidad para poderlos imitar por considerarlos demasiado lejanos y difíciles de entender para el joven de hoy. Por esto, el verbo que me parece más adecuado para hacernos creíbles a los jóvenes es acompañar con nuestro ejemplo el crecimiento de la fe y en el compromiso cristiano.

4). Concebir espacios de acogida de los nuevos temas de la vida. Por ejemplo, las de la felicidad, la libertad, la sensibilidad y al mismo tiempo señalar a las personas algunas de las virtudes sociales más urgentes, como la responsabilidad, la justicia, salvaguardar la creación, favorecer la tolerancia y la paz. Estos son temas que el Papa invoca a menudo. ¿Qué apoyo estamos dando los Guanellianos con nuestra vida de consagrados y nuestra misión de “Buenos Samaritanos” acerca de estos temas que la Iglesia propone a toda la humanidad?

5). Ser “revolucionarios” cuando y donde está en juego la familia, la educación, la caridad, la promoción de la persona, la política, la economía, donde está en juego la salvación no sólo de las personas sino también de las instituciones. Esto es lo que hoy pide el Papa Francisco a la vida religiosa. Quizás en nuestra historia como Congregación en general nunca hemos puesto de relieve este aspecto; siempre hemos preferido ser hombres de paz, de tranquilidad, y de serena confianza. Pero, en nuestra historia, ha habido también Guanellianos profetas que han sido una "voz fuerte" del Evangelio en favor de los pobres. Les recuerdo, por ejemplo, a P. Antonio Ronchi, quien en lo más profundo de Chile movió las montañas para llevar la voz de los últimos a los grandes de la historia y que a su manera siempre ha obtenido respuestas y atención.
Por supuesto, estas características no significan deshacerse de nuestro carisma original, ¡Ciertamente no! Pero si nuestras comunidades estuvieran verdaderamente abiertas al territorio donde están ubicadas y ofrecieran con su testimonio personal y comunitario su disponibilidad a las provocaciones externas, con el convencimiento de que lo que ya hacemos con nuestros servicios al interior no puede ser suficiente hoy, creo que este despertar que todos esperan de Vida Religiosa volvería a brillar también en nuestra Congregación.
En la visita canónica y en las visitas a las comunidades realizadas en estos dos años ya he notado algunos significativos intentos para hacer brotar algo nuevo. ¡Adelante con determinación y buena voluntad! La Iglesia nos dice que esta es la forma correcta de vivir nuestro carisma, hoy más relevante que nunca, porque es un don de Dios al servicio del hombre de hoy.
Aprovecho para agradecer a cada Cohermano por su testimonio y compromiso en vivir el carisma y la misión guanellianos. ¡Gracias cohermanos en nombre del Fundador!
Gracias a todos ustedes por vuestra creatividad; mis mejores deseos a Ustedes, las Hermanas, a los Guanellianos Cooperadores y a quienes viven y obran en nuestras Casas por depositar su confianza y colaborar con nosotros.
¡Feliz Fiesta de Don Guanella! Que sea él quien nos bendiga y sostenga con su protección.

 

 

 

1. Conocido también como Economía social, incluye a cooperativas, empresas de trabajo asociado, Sociedades Laborales, organizaciones no lucrativas, asociaciones caritativas, empresas de inserción, mutuas o mutualidad y microemprendimientos asociativos.